viernes, 29 de junio de 2018

CULPA Y MIEDO (Parte 1, la culpa)


                    
Muchas personas se preguntan por qué las víctimas de abusos sexuales en la infancia no denuncian a sus agresores una vez llegan a adultos. Hay quien entiende que los niños no tienen la capacidad de pedir ayuda cuando alguien más mayor abusa de ellos, pero les parece ilógico que a los dieciocho, veinte, treinta o cuarenta años esos supervivientes continúen callando lo que les hicieron. La respuesta esconde muchas variables –pues no olvidemos que hay víctimas que padecimos amnesia traumática, la cual puede durar décadas; o que algunos niños eran demasiado pequeños cuando fueron abusados para recordar quién es su agresor-, pero dejando de lado las razones más particulares de cada persona, considero que los motivos principales son la culpa y el miedo. En esta entrada voy a hablar de la primera.

¿Por qué los supervivientes y víctimas de abusos sexuales infantiles sentimos culpa? Pues básicamente porque así nos lo enseñaron nuestros agresores. Y ni siquiera es necesario que lo digan a las claras (aunque algunos, de forma sutil o no, sí que lo hacen), basta con que de pequeños nos sintiéramos parte necesaria de los abusos para que de mayores tengamos la seguridad de que pudimos haberlos evitado pero no lo hicimos. Las razones para responsabilizarnos de nuestros propios abusos pueden ser muy variadas: porque no nos negamos cuando el agresor abusó de nosotros por primera vez, porque no gritamos, porque jamás se lo contamos a nadie, porque tal vez sí lo contamos pero al no recibir ayuda dejamos de explicarlo, porque obedecíamos a nuestros abusadores cada vez que nos pedían que nos desnudáramos o que guardáramos silencio, porque acudíamos a sus llamadas a pesar de saber que volverían a abusar de nosotros… incluso hay supervivientes que se culpan de haber sido demasiado tímidos o dóciles de pequeños porque creen que ese carácter propició que sus agresores los eligiesen como víctimas.

Aunque muchas personas no lo entiendan los abusos sexuales infantiles dejan un enorme poso de culpa en quienes los hemos vivido, porque ocurren en un momento en que no tenemos herramientas para defendernos de ellos, y cuando somos lo suficientemente mayores para entender la magnitud del daño también creemos comprender que si la primera vez hubiéramos denunciado la situación a los cuatro vientos es posible que los abusos se hubieran detenido en el tiempo. Pero es que esa creencia es equivocada, porque un menor de edad no tiene la información ni la madurez suficiente para detectar que, por ejemplo, lo que le está haciendo su querido primo mayor es un delito. Tampoco sabe lo que es el sexo, ni por qué su cuerpo experimenta esas sensaciones durante los abusos, ni está preparado para asimilar que alguien a quien ama –y que en muchos casos debería cuidarlo y protegerlo- pueda hacerle daño.

Muchos adultos sí sabemos que a veces una persona puede decir que nos quiere y a la vez hacernos mucho daño, pero los niños no entienden que sus padres, profesores, abuelos, tíos, los padres de sus amigos… son capaces de herirlos adrede en lo más profundo. De alguna manera u otra creen en la bondad de esos adultos y aceptar que éstos no los quieren de manera sana o que no son merecedores de su confianza es devastador para ellos. En cambio asumir de pequeños que nosotros tenemos toda o parte de la culpa también fue doloroso, pero nos evitó renunciar al cariño de ese adulto que nos amaba (o eso afirma) y nos hacía daño a la vez.

Además, también nos permitió confiar en que podíamos seguir viviendo y queriendo sin preocuparnos porque alguien volviera a destruirnos. Y eso es muy importante para los niños, porque si algo deseamos en la infancia es cariño y seguridad. Una personita de cinco, ocho, diez o trece años no puede levantarse por las mañanas pensando que cualquier adulto que la rodea podría traicionarla como ya lo hizo su agresor. Si es difícil para alguien de edad más avanzada imaginad para un niño. Así que inconscientemente escogemos la opción que nos resulta menos dolorosa: asumir parte de culpa de lo que nos han hecho.

Y de esta manera la víctima crece con el sentimiento de que durante su infancia hizo algo sucio, horrible y asqueroso que no puede compartir con nadie porque si lo hace sus oyentes la odiarán por haber “tomado parte” en los ASI.

De la misma manera el desconocimiento sobre todo lo que rodea los abusos sexuales en la infancia es tan grande que muchas veces a lo largo de nuestra vida los supervivientes oiremos comentarios que reforzarán ese sentimiento de culpa. En mi caso, cuando he presenciado conversaciones sobre los abusos sexuales en la infancia he asistido a “perlitas” como las siguientes: “Si te violan cuando eres pequeño/a no tardas veinte años en contarlo, y si lo haces es porque quieres llamar la atención, conseguir dinero o porque mientes” o “¿A qué viene ahora que X famosa cuente que sufrió abusos sexuales en la infancia, tanto tiempo después? Lo que debe hacer es superarlo y no menear la mierda de hace tres décadas” o también “Unos tocamientos no son tan graves, eso se puede superar fácilmente, no es como si te violan. No veo por qué los niños que los sufren tienen que quedar marcados por eso”.

Aseveraciones todas ellas carentes de empatía para con las víctimas y fruto de la ignorancia sobre el tema, que refuerzan nuestra creencia de que no fue para tanto y de que si contamos lo que nos hicieron nadie nos va a entender porque en parte somos responsables de haberlo permitido, de haber callado o incluso de haber continuado viviendo después de aquello.

Y así como ninguno de nosotros confesaría de buen grado un delito, nadie que se siente culpable de haber provocado o permitido sus propios abusos sexuales va a atreverse de un día para otro a denunciar a su agresor.

2 comentarios:

  1. Me he sentido identificada con muchas cosas de las que explicas, más claro imposible, el leerlo interiorizarlo nos puede ayudar a comprendernos mejor y a comprender a otras personas que puedan estar pasando por lo mismo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tu comentario, esa fue la idea cuando decidí abrir el blog y si consigo lo que dices estaré muy satisfecha :) un saludo y bienvenida a este espacio, me alegro de que te hayas reconocido en el texto porque creo que interactuar con otros supervivientes ayuda de una forma u otra...

      Eliminar