Muchas
personas se preguntan por qué las víctimas de abusos sexuales en la infancia no
denuncian a sus agresores una vez llegan a adultos. Hay quien entiende que los
niños no tienen la capacidad de pedir ayuda cuando alguien más mayor abusa de
ellos, pero les parece ilógico que a los dieciocho, veinte, treinta o cuarenta
años esos supervivientes continúen callando lo que les hicieron. La respuesta
esconde muchas variables –pues no olvidemos que hay víctimas que padecimos
amnesia traumática, la cual puede durar décadas; o que algunos niños eran
demasiado pequeños cuando fueron abusados para recordar quién es su agresor-, pero
dejando de lado las razones más particulares de cada persona, considero que los
motivos principales son la culpa y el miedo. En esta entrada voy a hablar de la
primera.
¿Por
qué los supervivientes y víctimas de abusos sexuales infantiles sentimos culpa?
Pues básicamente porque así nos lo enseñaron nuestros agresores. Y ni
siquiera es necesario que lo digan a las claras (aunque algunos, de forma
sutil o no, sí que lo hacen), basta con que de pequeños nos sintiéramos parte
necesaria de los abusos para que de mayores tengamos la seguridad de que pudimos
haberlos evitado pero no lo hicimos. Las razones para responsabilizarnos de
nuestros propios abusos pueden ser muy variadas: porque no nos negamos cuando el
agresor abusó de nosotros por primera vez, porque no gritamos, porque jamás se
lo contamos a nadie, porque tal vez sí lo contamos pero al no recibir ayuda
dejamos de explicarlo, porque obedecíamos a nuestros abusadores cada vez que
nos pedían que nos desnudáramos o que guardáramos silencio, porque acudíamos a
sus llamadas a pesar de saber que volverían a abusar de nosotros… incluso hay
supervivientes que se culpan de haber sido demasiado tímidos o dóciles de
pequeños porque creen que ese carácter propició que sus agresores los eligiesen
como víctimas.
Aunque
muchas personas no lo entiendan los abusos sexuales infantiles dejan un enorme
poso de culpa en quienes los hemos vivido, porque ocurren en un momento en que
no tenemos herramientas para defendernos de ellos, y cuando somos lo
suficientemente mayores para entender la magnitud del daño también creemos
comprender que si la primera vez hubiéramos denunciado la situación a los
cuatro vientos es posible que los abusos se hubieran detenido en el tiempo.
Pero es que esa creencia es equivocada, porque un menor de edad no tiene la
información ni la madurez suficiente para detectar que, por ejemplo, lo que le
está haciendo su querido primo mayor es un delito. Tampoco sabe lo que es el
sexo, ni por qué su cuerpo experimenta esas sensaciones durante los abusos, ni
está preparado para asimilar que alguien a quien ama –y que en muchos casos
debería cuidarlo y protegerlo- pueda hacerle daño.
Muchos adultos sí sabemos que a veces una persona puede decir que nos quiere y a
la vez hacernos mucho daño, pero los niños no entienden que sus padres,
profesores, abuelos, tíos, los padres de sus amigos… son capaces de herirlos
adrede en lo más profundo. De alguna manera u otra creen en la bondad de esos
adultos y aceptar que éstos no los quieren de manera sana o que no son
merecedores de su confianza es devastador para ellos. En cambio asumir de
pequeños que nosotros tenemos toda o parte de la culpa también fue doloroso,
pero nos evitó renunciar al cariño de ese adulto que nos amaba (o eso afirma) y
nos hacía daño a la vez.
Además,
también nos permitió confiar en que podíamos seguir viviendo y queriendo sin
preocuparnos porque alguien volviera a destruirnos. Y eso es muy importante
para los niños, porque si algo deseamos en la infancia es cariño y seguridad.
Una personita de cinco, ocho, diez o trece años no puede levantarse por las
mañanas pensando que cualquier adulto que la rodea podría traicionarla como ya
lo hizo su agresor. Si es difícil para alguien de edad más avanzada imaginad
para un niño. Así que inconscientemente escogemos la opción que nos resulta
menos dolorosa: asumir parte de culpa de lo que nos han hecho.
Y de
esta manera la víctima crece con el sentimiento de que durante su infancia hizo
algo sucio, horrible y asqueroso que no puede compartir con nadie porque si lo
hace sus oyentes la odiarán por haber “tomado parte” en los ASI.
De la
misma manera el desconocimiento sobre todo lo que rodea los abusos sexuales en
la infancia es tan grande que muchas veces a lo largo de nuestra vida los
supervivientes oiremos comentarios que reforzarán ese sentimiento de culpa. En
mi caso, cuando he presenciado conversaciones sobre los abusos sexuales en la
infancia he asistido a “perlitas” como las siguientes: “Si te violan cuando eres pequeño/a no tardas veinte años en contarlo, y
si lo haces es porque quieres llamar la atención, conseguir dinero o porque mientes” o “¿A qué viene ahora que X famosa cuente que
sufrió abusos sexuales en la infancia, tanto tiempo después? Lo que debe hacer
es superarlo y no menear la mierda de hace tres décadas” o también “Unos tocamientos no son tan graves, eso se
puede superar fácilmente, no es como si te violan. No veo por qué los niños que
los sufren tienen que quedar marcados por eso”.
Aseveraciones
todas ellas carentes de empatía para con las víctimas y fruto de la ignorancia
sobre el tema, que refuerzan nuestra creencia de que no fue para tanto y de que
si contamos lo que nos hicieron nadie nos va a entender porque en parte somos
responsables de haberlo permitido, de haber callado o incluso de haber
continuado viviendo después de aquello.
Y así
como ninguno de nosotros confesaría de buen grado un delito, nadie que se
siente culpable de haber provocado o permitido sus propios abusos sexuales va a
atreverse de un día para otro a denunciar a su agresor.
Me he sentido identificada con muchas cosas de las que explicas, más claro imposible, el leerlo interiorizarlo nos puede ayudar a comprendernos mejor y a comprender a otras personas que puedan estar pasando por lo mismo
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, esa fue la idea cuando decidí abrir el blog y si consigo lo que dices estaré muy satisfecha :) un saludo y bienvenida a este espacio, me alegro de que te hayas reconocido en el texto porque creo que interactuar con otros supervivientes ayuda de una forma u otra...
Eliminar