sábado, 5 de junio de 2021

Entrevista a Paula Marín, psicóloga: "la sociedad prefiere pensar como mecanismo de defensa que las víctimas de abuso sexual infantil exageran, cuando la realidad es que hay muchas personas que han sido víctimas y ni siquiera lo saben."

"Debería darse muchísima más formación sobre abuso sexual en la infancia a todo el mundo que tenga un contacto directo con los niños, porque toda la sociedad somos los que tenemos que intervenir para proteger, y no podemos proteger si no sabemos cómo hacerlo."


"A los supervivientes les diría que hagan un viaje terapéutico acerca de su historia para poder entender, poder sanar y poder rescatar y salvar a ese niño o a esa niña que piensa que fue su culpa."


Ayer, 4 de junio de 2021, fue un gran día para los supervivientes de abuso sexual infantil, pues al fin entró en vigor la ley de protección a la infancia (llamada Ley Rhodes), la cual mejora la situación a nivel legal de las víctimas y supervivientes que sufran abusos de ahora en adelante, por lo que significa un nuevo granito de arena en la lucha por los derechos de la infancia. Para conmemorar esta fecha he querido publicar una entrevista que tuvo a bien concederme estos días una mujer muy inteligente y con grandes conocimientos sobre trauma, dado que es profesional de la salud mental y nunca ha dejado de formarse. Se trata de Paula Marín, psicóloga asturiana que tiene una página en Facebook a través de la cual comparte sus pensamientos vinculados con todo aquello que, desde su profesión y su condición de mujer con un profundo recorrido personal, ha ido observando a lo largo del tiempo. También cuenta con un canal de Youtube en el que comparte sus conocimientos. He de decir que desde que empecé a seguirla, hace ahora 4 años (recuerdo que fue en 2017 cuando la descubrí, año, por otro lado, muy importante para mí en mi propio proceso de sanación), y desde que abrí el blog en 2018 me rondaba por la mente la idea de hacerle una entrevistar. Al fin lo he llevado a cabo y he de decir que la experiencia ha sido de lo más gratificante y que Paula se ha mostrado muy atenta y amable. 

Sin más dilación os dejo con sus palabras, que sin dudo os aportarán un punto de vista distinto al mío -al menos desde otra vertiente- e interesantes momentos de reflexión. 

Gracias por todo, Paula.

1.       A pesar de que en el blog tengo mi propia definición de lo que son los abusos sexuales en la infancia (ASI), me gustaría pedirte que nos aportaras la tuya a mí y a los futuros lectores de esta entrevista.

El abuso sexual en la infancia o adolescencia es cualquier conducta sexualizada que vaya en contra de un menor, y que sea realizada por otra persona (que puede ser también menor o un adulto) que está en superioridad sobre la víctima, ya que el menor abusado se encuentra en un estado de vulnerabilidad. 

2.       Tú has tratado a varios supervivientes y víctimas de abuso sexual en la infancia, ¿podrías indicarnos cuáles son las secuelas más comunes de las que has sido testigo?

Las más comunes son por un lado el trastorno de estrés postraumático, y si los abusos son continuados y del entorno cercano -pues en la mayoría de casos, en el 80%, el abuso sexual es cometido por alguien cercano, y más del 50% de las veces el agresor es del entorno familiar-, da lugar al trastorno de estrés postraumático complejo, ¿qué conlleva esto? Pues una distorsión acerca de la identidad de uno mismo, de los demás y del mundo; pueden tener secuelas como la hipersexualización o un rechazo absoluto hacia el sexo, trastornos de personalidad, depresión, ansiedad, disociación (porque la mente del menor disocia el contenido traumático para poder sobrevivir), desconfianza, rechazo hacia los demás, baja autoestima, poca confianza y muy poca seguridad hacia uno mismo o una misma, estar en estado de alerta constante, adicciones, conductas autolíticas que pueden aparecer en la adolescencia, trastornos de la conducta alimentaria, y muchas veces todo esto puede llevar a la persona al suicidio. 

Hay que tener en cuenta que a menudo esto aparece después de años, porque cuando somos pequeños intentamos a través de mecanismos de defensa de manera automática que esa realidad no sea tan brutal, tan bestia; y también muchas veces no entendemos la gravedad. A medida que pasa el tiempo empezamos a entenderlo y comenzamos a ver más en nuestra sintomatología las secuelas que todo eso tiene. Otra de las cosas importantes es que muchas veces el contenido traumático se encuentra en amnesia, entonces igual cuando ya somos adultos o adultas de repente aparecen flashbacks de lo que nos ha pasado, y ahí, claro, es un impacto terrorífico para la persona, y sin ayuda profesional es muy difícil manejarlo de una manera adaptativa. 

3.       ¿Por qué consideras que en –más o menos- la última década y media hemos oído hablar más a menudo de ASI que antes, tanto por parte de supervivientes como en cine, TV, literatura…?

Creo que ahora se está hablando más del abuso sexual contra la infancia y la adolescencia porque tenemos internet, y por ahí han aparecido diferentes movimientos sociales en los que la gente está exteriorizando y contando lo que ha vivido. Esto hace que muchas otras personas supervivientes se animen también a decirlo, entonces claro, es una bestialidad, porque en datos es 1 de cada 4 niñas y 1 de cada 7 niños. Yo pienso que todavía nos queda muchísimo, pero muchísimo, y es algo que la sociedad no está preparada para entender, la sociedad piensa que es una salvajada y como mecanismo de defensa prefiere prensar que la gente exagera y que está contando una realidad que no es tal cual, cuando la realidad pura y dura es que hay muchas más personas que han sido víctimas de abuso sexual infantil y ni siquiera lo saben, ya sea porque estén en amnesia disociativa o ya sea porque lo hayan minimizado, en plan, yo qué sé: "mi tío me tocaba pero es que él era así", o "mi padre tenía ese juego conmigo, pero...", ese tipo de cosas. 

4.      ¿Cuáles dirías que son los mitos más arraigados que tiene la población adulta en materia de abusos sexuales en la infancia?

Sobre mitos arraigados, justamente en la dirección de la pregunta anterior, yo diría que piensan que los niños mienten, exageran, que se lo han inventado, que se lo han imaginado... y también está esta moda que hay ahora de culpar a las madres, en casos de divorcio un 85% de las denuncias por abuso sexual infantil se archivan, entonces hay una parte de la población que piensa que cuando las madres denuncian abusos sexuales por parte de la pareja o ex pareja a sus hijos o hijas lo que quieren hacer es joderle la vida al chaval y que lo que está haciendo es comerle la cabeza al niño o la niña para que mienta, cuando en realidad los datos nos demuestran que hay mucho abuso sexual infantil silenciado. La mayoría de mis pacientes no han denunciado nunca, y hay muchísimos pacientes que no solo no han denunciado nunca, sino que yo soy la única persona que lo sabe. 

5.       Relacionado con la pregunta anterior, en no pocas ocasiones he oído comentarios incrédulos en relación al número de casos de abuso a menores que se reportan, así como de sorpresa porque los supervivientes a menudo tardemos décadas en contarlo, ¿por qué piensas que una parte de la sociedad es tan reacia a creer en la frecuencia de los ASI o en la veracidad de los testimonios?

Como decía antes, la sociedad no está preparada para esto porque si tenemos en cuenta que la mayoría de abusos sexuales se dan en el entorno familiar y en el entorno de confianza, asumir que un 20% de los menores están siendo ahora mismo víctimas de abuso sexual les puede llevar a pensar que mi padre, mi marido, mi hermano, mi tío, mi amigo... pueden ser abusadores, entonces es una realidad tan devastadora que es mucho mejor a nivel de salud mental para la gente no querer creerlo y mirar para otro lado, pensar que eso le pasa a otra gente, que eso pasa en otros entornos, eso pasa en otros contextos, eso pasa en otros países... pero que en mi familia no pasa, nadie que yo conozca lo ha pasado, entonces es un mecanismo de defensa por el cual la gente no quiere verlo. Además,  que si un 20% de la infancia está siendo abusada lógicamente los abusadores van a hacer campaña diciendo que eso es mentira, que es una exageración, etcétera.

6.       ¿Desde tu experiencia, dirías que, en general, las personas que no han sufrido ASI están ahora más cerca de empatizar con nosotros que años atrás? ¿En ese sentido, cómo acostumbran a reaccionar las personas de tu entorno cuando les hablas de tu trabajo con supervivientes?

Las personas que no han sufrido abuso sexual infantil están más cerca de empatizar, pero aún así no lo entienden, y a nadie le gusta tocar o contactar con el dolor ajeno, y es algo tan sumamente brutal y bestial que cuando alguien cuenta algo así es un "no hables de eso, olvídalo, ya pasó mucho tiempo, mejor dejar las cosas en el pasado". Entonces, ¿están cerca de empatizar? Sí, pero todavía queda muchísimo, muchísimo, muchísimo trabajo por hacer.

7.       Paula, dentro de poco entrará en vigor la ley de ley de protección a la infancia, ¿qué otros pasos crees que son necesarios para proteger a las víctimas de ASI y facilitar la sanación de los supervivientes?

      Creo que esos pasos para proteger a las víctimas y facilitar la sanación son dar formación a todo el mundo, sensibilizar, visibilizar muchísimo más, y en justicia por ejemplo, dar formación a jueces, a fiscales y a los psicólogos y psicólogas del psicosocial, porque no puede ser que una madre denuncie un abuso sexual a un menor y que tarden un montón de tiempo en entrevistar al niño, no puede ser que digan "claro, como el niño no se acuerda o dice que no pasó, entonces es que no pasó". Hay que tener en cuenta muchos indicadores del abuso sexual infantil, como son los cambios de conducta, la depresión, el rechazo o incluso la idealización del agresor, muchas veces se dice "no, no, es que el niño quiere ir con el padre". Vale, pero es que muchas veces los abusos sexuales contra la infancia no se cometen con violencia, se cometen a modo de juego, y la culpa, la vergüenza, el miedo y la pena son emociones que las víctimas llevan encima, entonces no quieren que al padre le pase nada por lo que ellos piensan que han hecho, porque los niños abusados piensan que han tenido responsabilidad en el abuso. 

Yo creo que una de las formas de ayudar a sanar a los supervivientes y evitar el abuso sexual a la infancia es tener formación sobre ello, porque no puede ser tampoco que un niño lo diga y no se le crea, el testimonio no vale ¿no? Porque esa es otra, si el niño dice que no ha pasado aceptan que no ha pasado, pero si el niño dice que sí ha pasado responden que está manipulado o que se lo ha imaginado o que son fantasías, y ese tipo de cosas hacen muchísimo daño en la infancia.

8.       ¿Qué consejos darías a los adultos que estén a cargo de un menor en caso de que éste les confiese que está sufriendo o ha sufrido abusos sexuales? ¿Cuál es según tu experiencia la mejor manera de apoyar/tranquilizar a la víctima? ¿Qué otras actitudes, por el contrario, se deberían evitar?

 Siempre creerle, siempre, siempre, siempre, porque si no lo hacemos eso va a arrastrarlo toda la vida. Creerle, tranquilizarle, decirle que ha sido muy valiente, que estaos con él, que lo vamos a cuidar, que lo vamos a proteger, y estar presentes. Lo que no podemos hacer es cuestionarlo, juzgarle su relato, hacer como que no pasa nada cuando sí que pasa, o decirle "Pero, ¿estás seguro? Si papá te quiere mucho", porque ese tipo de afirmaciones destrozan al niño que lo está revelando y necesita que lo acojan, lo acompañen y lo crean, no que le metan más miedo y le digan que está haciendo algo mal, o que lo culpabilicen, porque eso lo va a arrastrar el resto de su vida. 

9.       ¿Crees que estamos preparados como sociedad para terminar con esta lacra?

 No, no creo que estemos preparados para acabar con esta lacra en el momento de ahora, pero sí que creo que estamos caminando hacia ello. Necesitamos más concienciación, más visibilización, más testimonios, más formación, más información, más salud mental... también quiero decir que hay mogollón de psicólogos y psiquiatras que no están especializados en esto, entonces cuando van a consulta niños, niñas o supervivientes de más edad tampoco les saben dar respuesta y ayudar, entonces creo que es muy importante la formación en trauma y, dentro de la formación en trauma, la formación en abuso sexual infantil. 

 Paula, ¿crees que la llamada Ley Rhodes, aprobada en el congreso en primavera de este año, es suficiente o debería ampliarse?

Creo que debería ampliarse, y debería tenerse mucho más en cuenta, por ejemplo, lo que hablaba antes de los juicios, que a la que se juzga en estos casos normalmente es a la madre, que se piensa que los niños mienten, que están alienados por sus madres para ir en contra de sus padres, etcétera.  Creo que se debería incidir más en la violencia, en los abusos sexuales infantiles intrafamiliares, porque la ley hace hincapié en los abusos sexuales como si fueran los de fuera de la familia los que más peso tienen o los que más frecuentemente ocurren, como si el enemigo estuviera fuera de casa, cuando en realidad los datos son brutales en la otra dirección, sí que hay abusadores que están por la calle detrás de un seto pero normalmente no es así, y yo creo que se debería insistir bastante en esto. 

Y creo que debería darse muchísima más formación no sólo a jueces y abogados, sino también a médicos, pediatras, a servicios sociales, a profesores, a educadores, a todo el mundo que tenga un contacto directo con los niños, porque toda la sociedad somos los que tenemos que intervenir para proteger, y no podemos proteger si no sabemos cómo hacerlo. 

Por último, ¿qué te gustaría decirles a las víctimas o supervivientes de abuso sexual en la infancia que puedan leer esta entrevista?

      Les aconsejaría que vayan a un psicólogo o a una psicóloga con formación en trauma, sobre todo en EMDR, que es una corriente psicológica que trabaja mucho en esto. Es increíble la capacidad de sanación que tienen estas terapias, ¿por qué? Porque vamos entendiendo cómo desde el abuso hasta ahora, ese tipo de abuso ha ido haciendo mella en nosotros y entonces podemos relacionar mucha sintomatología que pensábamos que igual no tenía nada que ver con el abuso y podemos trabajarlo desde otra perspectiva, desde el presente y con un profesional que sabe del tema, que no se va a asustar y que va a saber guiarnos a través de la experiencia que tiene con otros pacientes. 

      Les diría también que no están solos, que no están solas, que no se acabó la vida, que hay maneras de poder volver a sanar, de poder generar un apego seguro con nosotros mismos para poder salir de ahí, que hay una parte de nosotros o nosotras que continúa atrapada en el trauma, y por eso se siente así, a veces nos sentimos indefensos en situaciones en las que creemos que no deberíamos y a partir de trabajarlo todo tiene sentido. Les diría que hagan un viaje terapéutico acerca de su historia para poder entender, poder sanar y poder rescatar y salvar a ese niño o a esa niña que piensa que fue su culpa. 

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      Y hasta aquí la entrevista. Creo que es muy completa y que se nota que Paula está familiarizada con el tema del que habla, pero además me ha gustado por dos motivos: el hincapié que hace en la necesidad de formación y sensibilización en la sociedad sobre abusos sexuales en la infancia, y su postura realista (seguimos sin entender del todo la magnitud de este tipo de agresiones) a la par que positiva (no estamos solos, se puede sanar y entender muchas cosas que nos ayudarán a sentirnos menos dañados, bichos raros o culpables, aunque siempre es más fácil si pedimos ayuda). Por otra parte, me parece importante lo que dice acerca del mecanismo de defensa que usa mucha gente "no ASI" para protegerse del impacto psicológico que supone saber que esto existe, y que pasa por la negación. He tenido conversaciones con personas que (unas para referirse a los ASI, otras a la violencia sexual en general, y otras a ambas) negaban los datos, hablaban de las víctimas que mienten, de las denuncias falsas, de como muchas "se suben al carro" del movimiento MeToo... y más de una vez me he sentido frustrada, impotente y muy triste, sobre todo cuando conocía a la persona. Creo que reflexionar sobre ello puede ser beneficioso para mi propio proceso, y a la vez espero que a quienes leáis esta entrevista también os ayude a haceros preguntas y a entender mejor la realidad de los supervivientes. De hecho, no es otro el objetivo de este blog y si consigo mi objetivo aunque sea con una sola persona, puedo darme por satisfecha, si bien reconozco que cada vez me siento más ambiciosa en ese sentido. 



sábado, 6 de febrero de 2021

CANDELAS EN LA OSCURIDAD

 

Para los supervivientes de abusos sexuales en la infancia tener pareja suele ser un tema difícil de gestionar. Como he comentado en entradas anteriores, crecer con sentimiento de culpa y una autoestima baja acostumbra a llevar aparejado que nos creamos indignos de amor y atención. Si alguien nos trata bien y nos quiere parece que esa persona es adorable y nos está haciendo un favor.

El problema viene porque eso no siempre es verdad: a veces nos encontramos con seres humanos cariñosos, amables, empáticos, generosos, razonables... pero haber interiorizado que no vales nada ni mereces que te traten bien puede ser el caldo de cultivo perfecto para que acabes cerca de narcisistas, manipuladores, maltratadores... principalmente porque ellos desean relacionarse con seres a los que puedan someter y nosotros nos sentimos atraídos por aquellas personas seguras de sí mismas y con carisma -justo lo que nos falta- que nos dan cariño... aunque solo lo hagan al principio. Salir de ahí, una vez ya estás convencido/a de que toda la culpa de que la relación vaya mal es tuya y de que conviertes en basura todo lo que tocas (algo que ya pensabas antes y que queda reforzado por el contacto con esa relación destructiva), suele ser mucho más difícil de lo que parece desde fuera. 

Pero no hace falta que caigamos en la revictimización para que nos cueste mantener relaciones sentimentales. Muchas veces debido a esa idea de que no merecemos amor y a nuestras inseguridades acabamos cediendo con nuestras parejas en todo lo que quieren por miedo a perder su amor. Y desde nuestra percepción distorsionada tiene lógica: si salgo con una persona maravillosa que está a años luz de mí y a la que no me merezco debo vigilar lo que hago, porque en cualquier momento puede darse cuenta de que comparte su vida con alguien insignificante. 

La necesidad de complacerla puede ir desde cosas importantes hasta pequeños detalles: ¿que nuestra pareja quiere ir a cenar a una brasería pero preferimos ir a un vegetariano? Mejor nos callamos, no vaya a ser que piense que somos personas extrañas o que nuestros gustos y los suyos difieren demasiado y ya no quiera volver a cenar juntos nunca más. ¿Que nos propone ir  al cine a ver una película de acción y resulta que ese género no nos gusta demasiado? Que ni se nos ocurra decirlo y sugerirle ver otro filme que nos agrade a las dos partes, porque corremos el riesgo de decepcionarla. ¿Que nos quiere presentar a su familia y creemos que es muy pronto? Más vale decir que sí con la mejor de nuestras sonrisas e ir el domingo a comer paella a casa de los suegros, no vaya a ser que él o ella piense que no queremos comprometernos. Ah, y por supuesto debemos intentar caerle bien también a nuestra familia política. ¿Acaso nos vamos a ir a vivir con nuestra pareja y a ésta le apasiona un piso que ha visto y que no nos convence? Como mucho lo podemos comentar tímidamente, pero hasta ahí, que a ver si se lo va a pensar mejor y al final no querrá que vivamos en la misma casa. Es preferible alquilar/comprar con él/ella un piso que no nos gusta que quedarnos solos. Y así con todo. Al final, como lo que piense nuestra pareja sobre nuestros gustos/preferencias/decisiones no depende de nosotros, acabamos entrando en un bucle que es muy complicado romper. Sobre todo porque aquello que motiva ese miedo a que se decepcione son nuestras inseguridades y mientras las carguemos sobre los hombros siempre va a existir el temor a no hacerla feliz o no resultar compatibles, sea por un motivo u otro. 

Y cuando has acostumbrado a alguien con quien sales a que tú siempre cederás en todo, decirle que has empezado a trabajar en tus traumas y que a partir de ahora tendréis que ir a medias puede provocar discusiones y fisuras, ya sea porque no sabes cómo abordarlo o porque tu pareja no está dispuesta a dejar de llevar la voz cantante. 

Luego también existimos (y me incluyo plenamente) supervivientes que por miedo a caer en relaciones donde acabemos dejándonos pisotear hacemos todo lo posible para huir de ellas, a veces de forma inconsciente. Hasta hace unos años yo no sabía por qué nunca había tenido pareja, era inexplicable para mí (lo único que se me ocurría es que era tan fea y tan poca cosa que de alguna forma los demás "lo olían" y por eso no gustaba a nadie), pero el caso es que casi siempre evitaba conocer más a fondo a personas que mostraran interés en salir conmigo.

He de decir que hasta los veintimuchos años no sentí deseo sexual medianamente intenso hacia nadie (llegué a plantearme si no sería asexual), a lo sumo alguna vez remota me había sentido atraída físicamente por alguna persona famosa, pero no me ocurría con nadie a quien me pudiera encontrar en mi día a día. Supongo que el rechazo a la sexualidad fruto de los abusos mermó mi propio deseo durante años, y en esas condiciones, al relacionar en mi cabeza amor romántico con atracción sexual me era difícil fijarme en nadie. Pero por otra parte reconozco que me mostraba muy cínica en cuanto a las relaciones sentimentales: desde la adolescencia pensé que los noviazgos cortaban las alas, que la mejor muestra de independencia era estar sola y que todo lo que tuviera que ver con amor de pareja estaba sobrevalorado. 

De alguna manera sigo pensando que socialmente idealizamos ese sentimiento (muchas canciones, series, novelas... hablan de los noviazgos como una tabla de salvación y una especie de burbuja idílica), creo que frases como "el amor todo lo puede", "un día encontrarás a alguien que junte todos tus pedazos rotos", "si te trata mal es porque le gustas", "quien bien te quiere te hará llorar", "si no duele no es amor"... además de ser falsas pueden llevar a muchas personas a permanecer en noviazgos tóxicos o a esperar de sus compañeros sentimentales que sean algo así como sus cuidadores o caballeros andantes y curen sus traumas, cuando los demás nos pueden acompañar y mimar pero solo nosotros mismos tenemos la capacidad de sanar nuestras propias heridas. Sin embargo, ya no me causa rechazo ver una buena película romántica, ni pienso que el romanticismo sea cursi, ni desconfío de las relaciones sentimentales en general. Aun así me consta que no soy la única superviviente de abuso infantil que ha pensado o piensa que amar hace daño. De hecho, es justamente lo que nos pasó en la infancia: quisimos y/o confiamos en la persona equivocada. Por supuesto ninguno de nosotros tuvo la culpa, pero en nuestra cabeza eso es mucho más complicado. 

No obstante, existen personas que son como velas en medio de la oscuridad, y que con sus principios, su cariño, paciencia y generosidad nos devuelven la confianza poco a poco en los demás. Hay seres humanos que saben querer con toda la sinceridad del mundo, que se entregan y demuestran su amor sin por eso depender de nadie, y que acompañan a sus parejas supervivientes en todo momento, especialmente cuando éstas más lo necesitan. No es fácil ver a la persona que quieres hundida, con pesadillas, estrés postraumático, miedos... no debe de ser nada sencillo querer ayudarla y darte cuenta de que no puedes hacer nada más que estar a su lado. No todo el mundo decide quedarse en el barco y algunos se bajan, haciendo poco o mucho ruido.

En contrapartida están los que buscan ayuda para aprender a llevar la situación de la forma más positiva posible, quienes preguntan, se esfuerzan por comprender, acompañan con respeto y son capaces de ver toda la belleza y fuerza que hay dentro nuestro y que a nosotros se nos escapa. Se trata de personas que tienen sus fallos, como cualquiera, pero que saben dar amor y aunque no curen las heridas de sus parejas las ayudan a aplicar las gasas cuando ellas se lo piden. Al final este tipo de seres humanos son quienes me ayudan a recobrar la fe en el amor y en las personas. He tenido la suerte de conocer a algunos y la verdad es que me ha tocado por dentro varias veces la manera en que ellos y ellas veían nuestra lucha, cómo eran conscientes de nuestra capacidad para salir adelante y su forma de hacernos creer en nuestro valor cuando los supervivientes estábamos seguros de que nadie lo veía, entre otras cosas porque pensábamos que no era real. 

Creo que el amor desinteresado existe, existen personas que saben ponerlo en práctica y que no esperan nada a cambio, más que ver felices a quienes quieren. Y pienso que ese amor nunca desaparece, sino que incluso aunque las relaciones de pareja acaben el cariño y la ternura permanecen en el alma y en el recuerdo, así como la fortuna de haberlas experimentado. Sin duda ningún superviviente vuelve a ser el mismo -para bien- después de haber compartido su sanación con una pareja así.

Desde aquí, como ASI, me gustaría darles las gracias y rendirles un pequeño homenaje. Por su paciencia, sus ganas de aprender de los errores y su compromiso. Gracias por amar de forma sana a una persona a quien hicieron creer que el amor era sinónimo de engaño y dolor, pero también por darnos esperanza al resto. Sois luz, y estoy convencida de que no os podéis imaginar el bien que hacéis. Porque lo hacéis: cambiáis o habéis cambiado vidas para mejor, y creo que eso es lo más bello que se le puede decir a alguien. O sea que de corazón, mi más profundo reconocimiento y gratitud.