sábado, 16 de noviembre de 2019

CUENTOS PARA PROTEGER A LA INFANCIA DEL ABUSO SEXUAL





Tengo pendiente publicar una entrada sobre medidas para trabajar con nuestros niños y niñas la prevención de los abusos sexuales en la infancia. Está claro que si un abusador quiere actuar, la víctima difícilmente podrá hacer nada que evite la agresión, ya que en el caso de los ASI hay una diferencia de edad significativa entre ambas partes, lo que se convierte en un arma muy eficaz para que el victimario pueda manipular al menor a su antojo.

Sin embargo, lo que sí podemos hacer es, por un lado, trabajar el vínculo de confianza que tenemos con los niños que cuidamos, hacerles saber que si alguien les hace daño nosotros nunca vamos a cuestionarlos, sino que les creeremos y protegeremos; mientras que por el otro les explicamos cómo se llaman las partes de su cuerpo, que algunas de ellas no puede tocárselas nadie –excepto sus cuidadores para limpiárselas cuando van al baño o se duchan, pero SOLO para eso-, y que si alguien les toca, besa o abraza de una forma que les incomode tienen derecho a decir “No quiero”, y a contarlo, incluso si esa persona les ha asegurado que pasarán cosas feas en caso de que hablen.

Dentro de algunas semanas, en una entrada más elaborada, profundizaré en este tema, pero ahora me gustaría facilitaros el título de varios cuentos infantiles que nos pueden ayudar en la labor de proteger a los niños y niñas de los abusadores, si no para evitar el primer abuso sí para dificultar que éste se alargue en el tiempo:

LAS REGLAS DE KIKO

Se trata de un cuento muy ágil y ameno, enfocado a niños de entre 3 y 7 años. Producido por el Consejo de Europa, el protagonista, Kiko, tiene una mejor amiga llamada Mano que se convierte en su cómplice cuando desea algo (por ejemplo, si él quiere bailar, Mano toca el piano), juegan juntos, se divierten... en un momento del cuento, Mano le pregunta a Kiko si puede tocarle distintas partes del cuerpo, incluidos los genitales y el trasero. Así, tanto el niño como Mano dejan muy claro a los más pequeños qué límites no se pueden traspasar cuando hablamos de acariciar un cuerpo ajeno. 

Este cuento podemos encontrarlo también en formato vídeo, de hecho juraría que está disponible en Youtube. Creo que es una gran opción para empezar a abordar el tema, ya que además las ilustraciones son muy llamativas. 

ESTELA, GRITA MUY FUERTE

Una historia de Isabel Olid, también para la primera infancia. Estela es una niña alegre e imaginativa cuya maestra, Conchita, un día le da un truco para cuando otra persona le haga algo que no le gusta: debe decirle a esa persona que pare, y si no le hace caso, tiene que gritar muy fuerte hasta que alguien venga a ayudarla. Estela decide poner en práctica el consejo, sobre todo con su tío Anselmo, que últimamente se la lleva a solas y la acaricia debajo de la ropa. 

He oído opiniones de personas que lo consideran demasiado explícito, ya que hacia el final de la historia dejan claro que el tío de la protagonista le toca los genitales, pero yo diría que está explicado de una forma tan sencilla (se nos dice que el adulto hace eso y que a Estela no le gusta) que no resulta ni mucho menos duro o impactante para los niños. Desde mi punto de vista es muy recomendable, sobre todo porque da una lección que se puede aplicar a muchos momentos. 

OJOS VERDES

Sara Arteaga Górmaz y Luisa Fernanda Yáguez son las autoras de esta historia para menores de entre 6 y 12 años, ofrece a los pequeños lectores herramientas para pedir ayuda ante situaciones abusivas, así como para comprender que sólo ellos son dueños de su cuerpo. Aunque este cuento, personalmente, no lo he leído sí me han llegado buenas críticas de él, y por lo que sé, es bastante completo, puesto que no sólo habla de límites, sino que también ofrece ideas para poder marcarlos y potenciar así las habilidades de los menores.

MARTA DICE ¡NO! 

Cornelia Franz, Stefanie Scharnberg y Carme Gala nos cuentan la historia de la pequeña Marta, una chiquilla que por las tardes se queda en casa de un vecino mayor mientras su madre trabaja. El abuelo Francisco, como llama Marta a su cuidador, es un hombre al que la niña quiere mucho, pero que últimamente la incomoda dándole unos besos que a ella no le gustan. Aunque Marta se lo ha dicho, el anciano continúa actuando de la misma manera, y la pequeña lo pasa mal hasta el punto de enfermar. Cuando eso ocurre, Marta se lo cuenta a su madre, quien lejos de enfadarse le explica que tiene derecho a decirle "no" al abuelo Francisco y que éste ha actuado muy mal no respetándola. El libro termina con Marta y su progenitora yendo a visitar al vecino cuidador, para que así la niña pueda decirle a él cómo la ha hecho sentir y por qué a partir de ahora no va a volver a llamarlo "abuelo", sino sólo Francisco. 

Si algo me gusta de este cuento es que de una forma sencilla pero cargada de simbolismo nos muestran el conflicto que siente el personaje principal, y cómo la actitud de su vecino le acarrea emociones encontradas: asco, miedo, temor a ofender al hombre que la cuida, culpabilidad, remordimientos por si está siendo mala al no querer que él la bese así... en resumen, cualquier niña/o víctima de abusos podría sentirse identificada/o con Marta, y sin embargo la forma de presentar el tema me parece muy sencilla de entender incluso para quien nunca ha sufrido abusos. Asimismo, me parece muy positivo que la mamá de nuestra protagonista valide sus sentimientos y reafirme su derecho a poner límites, ya que con esa escena las autoras mandan un mensaje muy claro a los pequeños lectores, el cual queda completado con la visita final de Marta y la madre de ésta al vecino Francisco. 

Me parece una historia totalmente recomendable como introducción al tema. 

CATA, BENJA Y SU HADA MADRINA

Pensado para niños/as menores de 6 años, el Ministerio de Justicia de Chile publicó este cuento en 2012 como medida de prevención contra los muchos casos de abusos sexuales en la infancia detectados en el país. Los protagonistas, Cata y Benja, son dos niños que tienen una hada madrina, una figura adulta a la que quieren y que, además de guiarlos y ayudarles a cumplir sus deseos, también les enseña qué gestos de cariño son sanos y adecuados para ellos y cuales no. 

La verdad es que me parece una forma muy inteligente de abordar los abusos intrafamiliares a través de una figura como es el Hada Madrina, personaje que seguramente atraerá a los pequeños lectores por su aura mágica y por lo agradable que resulta en la infancia la idea de tener una propia que te conceda todos los deseos. 

CATA, BENJA Y PINCHO

Cuento para niños/as algo más mayores, entre 6 y 12 años. En este caso, a través de la amistad entre los tres protagonistas, el libro narra lo que es un abuso sexual y sus consecuencias, además de hacer hincapié en lo indebido de que un adulto tenga secretos inconfesables con un/a niño/a, además de abogar por pedir ayuda siempre que éstos últimos se encuentren en una situación abusiva. Me parece interesante añadir que el libro también toca el tema de los ASI cometidos a través de internet –de hecho toda la historia se desarrolla a través de una conversación de chat-, y que recalca que nadie, por muy cercano que sea a un menor de edad (padre, abuelo, hermano, tío…) puede tocarlo de forma indebida. 

En mi opinión, se trata de un cuento muy didáctico, y creo que la forma de presentarlo resultará atrayente para los niños/as más mayores que ya empiecen a dedicar tiempo a las redes sociales.

¡MI CUERPO ES MÍO!

La organización Profamilia es autora de este cuento para niños/as en su primera infancia. A través de la perspectiva de la pequeña protagonista, explica la importancia de decir “no” ante besos, caricias o abrazos no deseados, y de qué manera comportarse cuando se dan esas situaciones. Se trata de un cuento claro y conciso, muy fácil de entender, a pesar de que no es demasiado explícito. Junto con "Las reglas de Kiko" creo que también es una buena herramienta para empezar a abordar el tema. 

MARTA NO DA BESOS

De Pablo Macías Alba, Belén Gaudes Teira y Nacho de Marcos, la protagonista (otra Marta) es una niña a la que le gusta decidir cuándo besa a una persona, pero sobre todo, a quién le da esos besos, ya que no dejan de ser suyos y considera que es la única que puede elegir si tiene ganas de mostrar su cariño a otra persona de esa manera o no. Sin embargo, no todo el mundo lo entiende... 

Un libro muy adecuado para reflexionar sobre la educación afectiva que damos a nuestros pequeños, si respetamos su cuerpo y si les enseñamos que nadie debe obligarles a hacer nada con éste que a ellos/as no les apetezca, por mucho que no tenga intención de hacerles daño. Al fin y al cabo la mejor forma de detectar qué nos apetece hacer con nuestro ser y qué no es habernos educado sabiendo que, mientras no lastimemos a los demás ni a nosotros mismos, se nos respetará cualquier decisión que tomemos.

CLARA Y SU SOMBRA

De Elisenda Pasqual i Martí, nos cuenta la historia  de Clara, una niña que se siente deprimida y sin ganas de reír desde que nota que una sombra la sigue y cada vez se hace más grande. Clara percibe que no se siente bien, pero no sabe cómo explicar lo que le pasa. No he leído este libro en concreto, y en principio dudé sobre si añadirlo o no a la lista porque leí una reseña que lo consideraba demasiado explícito, sin embargo una conocida me habló bien de él, así que finalmente he optado por añadirlo, si bien, como digo, no he tenido aún ocasión de ojearlo.

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Y por hoy, eso es todo. Espero que esta lista sirva de referencia para familias y educadores que quieran abordar los abusos sexuales infantiles con quienes más protegidos deberían estar contra ellos: sus potenciales víctimas, los menores. Hay quien considera que hablar de este tema con los más pequeños es morboso o inadecuado, sin embargo creo –y los profesionales a los que he consultado opinan lo mismo- que nunca es demasiado pronto para enseñar a niñas y niños dónde están los límites que tanto ellos como los demás deben respetar en relación a sus cuerpos y a los cuerpos ajenos.

Por supuesto, es importante utilizar un vocabulario adecuado a la edad del menor, pero también lo es tener en cuenta que, por desgracia, ningún niño es demasiado pequeño para ser abusado, así que tampoco ninguno lo es para estar advertido de que si alguien lo intenta esa persona estará haciendo algo muy malo, que si llegara a ocurrir nunca sería culpa suya, y que en ese caso, va a contar con la protección de su entorno.




martes, 12 de noviembre de 2019

LOS MENORES ABUSADOS SEXUALMENTE Y EL SISTEMA JUDICIAL




Desde que comencé a conocer las historias de otros supervivientes de abusos me llamó la atención especialmente aquellas cuyos protagonistas habían pasado por procesos judiciales, debido a lo traumático que había sido para ellos denunciar a sus agresores. Y es que he de decir que, aunque por supuesto también existe el trabajo bien hecho, entre denunciantes adultas conozco pocos casos en los que la víctima no haya sido revictimizada de una manera u otra. Asimismo, basta leer de forma asidua la prensa para encontrarnos con varias noticias sobre sentencias judiciales desgarradoras en casos de agresiones sexuales, malos tratos o abusos sexuales en la infancia.

Por ese motivo, desde que abrí el blog tenía ganas de escribir una entrada basada en los procesos judiciales cuando la denuncia es por abusos sexuales a un menor. Me interesaba informarme –e informaros- sobre el trato que reciben esos niños y niñas por parte de los adultos que llevan su caso desde que denuncian hasta que se dicta una condena firme, pues si, para los supervivientes adultos que conozco, ya era doloroso emocionalmente pasar por un juicio, no me podía imaginar lo que debe de ser para un menor de edad. El inconveniente era que no tengo experiencia en el ámbito judicial, por lo que tenía claro que necesitaba buscar asesoramiento. Escribir una entrada de este tipo requería entrar en contacto con un profesional del ámbito de la abogacía o la psicología que estuviera acostumbrado a tratar con menores víctimas de abusos cuyos casos hayan sido denunciados.

Y he de decir que esa persona me cayó del cielo, como quien dice: hace varios meses conocí a una psicóloga que ha trabajado durante años con víctimas ASI y agresores, acompañando en algunos casos a las primeras en el espinoso proceso de enfrentar un juicio. Esta profesional quiso dejar claro desde el principio de nuestra charla que su opinión está basada en el funcionamiento del sistema jurídico que conoce, que es el madrileño. A continuación, pues, os mostraré la transcripción de mi entrevista con ella.

Vuelvo a decir que no es mi intención -ni la suya- criminalizar a nadie, simplemente considero que por regla general en nuestra sociedad falta mucha información sobre esta lacra que son los abusos sexuales en la infancia, y que ese desconocimiento cuando se extiende a ámbitos como el judicial, puede provocar la revictimización de los menores agredidos. De hecho, la intención de esta entrevista no es otra que esa, remover consciencias. Aclarado esto, os dejo con la opinión de la profesional que, tan amablemente, se ha ofrecido a facilitarme su experiencia en el tema:

1. ¿Qué ocurre desde el momento en que un adulto acompaña a ese niño o niña a comisaría para denunciar que ha sufrido abusos sexuales?
Pues una vez interpuesta la denuncia en comisaría, normalmente se hace la entrevista al demandante adulto (es decir, a la persona que acompaña al menor), y, en algunos casos, también se le hacen preguntas sobre lo ocurrido al niño o niña víctima. Después se busca al denunciado, y como medida cautelar, normalmente ese día lo pasa en el calabozo, ¿Qué ocurre? Que para las víctimas eso es muy estresante, pues no olvidemos que en la mayoría de casos el agresor es una persona a la que el niño o niña quiere (recuerdo que el 80% de abusos sexuales en la infancia ocurren a manos de un familiar o persona cercana a la víctima), y para esos menores saber que si hablan su abusador dormirá una noche en el calabozo es doloroso, porque lo que más miedo les da es que esa persona vaya a la cárcel si ellos cuentan los abusos. 

Así que no sé realmente cuál sería la solución, pero creo que habría que buscar otra manera de evitar que el agresor pueda hacer daño a la víctima sin que esa noche la pase en el calabozo, porque es muy complicado de gestionar para los menores.

2. ¿Y qué viene después de ese primer paso?
Luego se hacen diligencias: entrevistas al supuesto agresor, a la madre de la víctima y a la misma víctima, de modo que los psicólogos forenses del juzgado hablan con el niño o niña abusado sexualmente. El problema que le veo es que un niño suele tardar varias sesiones en contar los abusos, y normalmente lo hace en un ambiente más tranquilo que un juzgado. Si en ese momento allí entra una persona esposada el menor lo ve, está expuesto al barullo que hay en esos sitios, ve a los policías trabajando… si todo esto ya sería estresante para un adulto, imagina para un niño. 

Además hay que tener en cuenta que la víctima va allí a explicar que una persona a la que quiere y en la que confiaba ha abusado sexualmente de él o de ella. Ese menor necesita un vínculo con el profesional que lo atiende, sobre todo si ha sido abusado durante mucho tiempo, ya que en ese caso más resistencia tendrá a hablar. Piensa que las víctimas menores de edad que vienen a mi consulta a veces me cuentan lo ocurrido el primer día de terapia, pero no es ni mucho menos lo habitual. El problema es que en los juzgados falta tiempo para crear un vínculo de confianza con el niño o niña que ha sufrido abusos y para que pueda contarlo.

3. ¿Y podrías explicarme cómo acostumbran a ser esas entrevistas de los psicólogos forenses con los menores víctimas?
Pues en la fase de instrucción previa se lleva a cabo la llamada prueba pre-constituida, aunque no siempre se hace. En ella tanto la parte del denunciante como la del denunciado tienen que estar presente, y se graba. El menor está en una sala con una psicóloga, y en otra sala a parte están el juez, el fiscal, el acusado… y están visualizando u oyendo lo que el niño dice. Normalmente la psicóloga le pregunta al menor detalles específicas sobre su vida cotidiana: la casa, la escuela… hasta que llega al abuso. Y eso sin conocerse de nada. No hay un vínculo previo entre esa profesional y ese menor. Además, el abogado y el fiscal tienen oportunidad de hacerle preguntas al niño o la niña llamando a la psicóloga, y luego ella se las transmite. Todo esto en una hora. 

Por otra parte también hay que pensar que los abogados no suelen tener la formación ni la empatía que podría tener un psicólogo. A veces los niños contestan preguntas que se han repetido mucho, cuentan detalles que ya han explicado antes y que para ellos son difíciles de contar…

4. ¿De qué forma afecta eso que me narras a los menores víctimas de abusos?
Para ellos es muy traumático pasar por un proceso así, sobre todo si son muy pequeños. No entienden qué está pasando. Cuando son un poco más mayores, tienen miedo de que no les crean. Es muy complejo para ellos. Por otra parte, el juicio a veces se puede convertir en una guerra entre el abogado defensor y el acusador, de forma que se deje de lado al menor. No ocurre siempre, depende de la profesionalidad de los abogados, pero en ocasiones lo he visto.

5. Claro, ¿Y cómo crees tú que se podrían mejorar las condiciones de un proceso judicial de este tipo para que las víctimas no sufran más de lo que ya han padecido?
Yo no creo que sea una mala praxis de los psicólogos forenses, el problema es que falta tiempo y formación. Piensa que durante todo el proceso el niño o la niña tiene que narrar los abusos al menos a cuatro personas: al adulto que pondrá la denuncia, al policía que la atiende, a un psicólogo privado (si la familia se lo puede pagar), y al psicólogo forense. Lo ideal sería que lo contara sólo una vez y que ese testimonio sirviera para el resto de profesionales.

Por otra parte, igual que existe un juzgado específico para violencia de género, deberían crear también un juzgado específico para abuso sexual en la infancia. Piensa que no todos los abogados o jueces entienden de ASI, pero todos pueden acceder a menores que han padecido abusos. Sería como si yo, que soy psicóloga, atiendo a un niño con Trastorno del Espectro Autista sin tener ningún conocimiento previo sobre autismo, sería una falta de profesionalidad. 

Por eso pienso que es muy importante regular este tema de alguna manera, y que el sistema judicial debería actualizarse. En resumen: la respuesta sería que es necesario que exista formación específica para abogados y jueces, que los psicólogos forenses dispongan de más tiempo para trabajar con los niños y niñas abusados, que la prueba pre-constituida se haga siempre y que el menor no tenga que contarlo tantas veces.

6. ¿Y por qué crees tú, como profesional en el tema, que todo esto aún no se ha hecho?
Porque hasta hace muy poco tiempo los niños no se consideraban sujetos con derechos. Hasta los años 40 del siglo pasado los menores eran propiedad de sus padres, ciudadanos de segunda. Eso, sumado a que el abuso sexual en la infancia sigue siendo un tema tabú, provoca que el nivel de secretismo sea muy alto. La gente normalmente no quiere oír hablar de este tema. 

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Y hasta aquí las palabras de esta psicóloga a la que agradezco mucho su tiempo y su dedicación, y de la que no pongo el nombre porque ella así lo ha preferido. Como comentaba antes, si esta entrada sirve para crear reflexión acerca de este tema, ya me doy por satisfecha. He de decir que en lo personal estoy muy de acuerdo con lo que comenta la entrevistada (lo digo en relación a su última respuesta y al tema de la formación para profesionales que puedan tratar con víctimas y/o supervivientes ASI), ya que creo que, si de verdad pretendemos que los niños y niñas puedan vivir su infancia de la forma más sana y menos traumática, necesitamos ser muy conscientes (sin obsesionarnos, una cosa es proteger y la otra sobreproteger) no sólo de los riesgos que les acechan, sino también de qué forma debemos actuar como sociedad en caso de que alguno de esos peligros se vuelva una realidad.